La Asociación Profesional de Agentes Forestales y de Medio Ambiente de Canarias se marca el objetivo de fomentar el cuidado de la naturaleza
ELENA HERNÁNDEZ
SANTA CRUZ DE TENERIFE En Cataluña los llaman los Agents Rurals; en Aragón se les denomina Agentes para la Protección de la Naturaleza; en La Rioja tienen el nombre de Guardas Rurales y en Canarias son los Agentes Forestales y de Medio Ambiente. Este grupo de profesionales que ha decidido unirse para, entre otras cosas, homogeneizar tanto nombre, vestimenta y hasta rótulos distintivos y que los ciudadanos, por fin, les identifiquen como uno: los guardianes del medio ambiente canario.
La Asociación Profesional de Agentes Forestales y de Medio Ambiente de Canarias (Afmacan) inicia oficialmente su andadura motivada por una ilusión: que en las administraciones locales y sobre todo, en la población isleña, crezca la concienciación por cuidar el espacio natural canario. La primera piedra, la redacción de su estatuto, ya está puesta.
Pero este no es su único objetivo. La asociación canaria, siguiendo el ejemplo de otras sociedades peninsulares, persigue la promoción de la educación ambiental en las escuelas, el impulso de la participación ciudadana en sus acciones y la inclusión de una formación común para sus agentes, entre otras ambiciosas metas.
La cara de estas actividades la ponen sus 150 agentes de la autoridad que trabajan en Canarias: miembros de la policía administrativa que velan por el cumplimento de las leyes en materia de medio ambiente y trabajadores de la policía judicial encargados de detectar los delitos contra la naturaleza. Ellos son esos hombres vestidos de rojo que rescatan al turista atrapado en el interior del barranco un día de temporal; esos otros con camisas verdes y mochila a la espalda que recorren el monte en busca de flora y fauna protegida; y también los que en el interior de sus oficinas ayudan a esclarecer las causas de un incendio de verano.
Algunos pertenecen al Gobierno de Canarias; otros, a los cabildos y unos pocos, a los ayuntamientos de las siete islas. La comunicación y organización entre ellos es algo más complicada de los habitual. Ahora, unificados, tratarán de remar en la misma dirección.
Con el uniforme, los prismáticos al cuello y un par de guías de naturaleza y mapas en la mano, los forestales–y medioambientales– del Archipiélago suelen estar encasillados en apenas una decena de cometidos. Pero las tareas que estos amantes de la naturaleza desempeñan son amplias y multidisciplinares: vigilancia e inspección de caza y pesca; cuidado de la calidad de las aguas; elaboración de censos de especies en peligro de extensión; lecciones a los más pequeños fuera de las aulas... y otros tantos cometidos imprescindibles para la conservación del entorno.
Como dicen que la unión hace la fuerza, los agentes canarios quieren ir a por más. El espacio con mayor biodiversidad de toda Europa se lo merece.