En plena polémica por la ampliación del permiso para cazar en los parque nacionales, y en el caso concreto de nuestra provincia en el de Cabañeros, el director del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), Jorge Cassinello, explicó que, para que el parque siga siendo “estable”, es necesaria la caza.
Atendiendo a investigaciones científicas, Cassinello señaló que, aunque la solución debe adecuarse a cada parque nacional en concreto, hay un “problema de base” sobre este tema y es que cada una de las partes , ecologistas por un lado y cazadores por otro, se empeña en que sea su criterio el que salga adelante cuando ninguno de ellos, de forma aislada, tiene la verdad absoluta.
Tras señalar que el caso de Cabañeros es excepcional porque incluye en su extensión cotos privados, el director del IREC, que indicó que sobre este tema no se les ha consultado desde la administración, justificó esta afirmación explicando que “hay una realidad muy clara y es que, aunque se dice que cazar es malo, no es cierto. Si no intervienes en el tamaño de las poblaciones de ciertos animales en absoluto, y partes de una situación de la naturaleza alterada ya por el hombre, quizás causes más daños que si intervienes”.
Sin depredadores
En este sentido, indicó que si no hay depredadores naturales, y en Cabañeros no los hay, la población de grandes animales como los ciervos crecerá hasta superar lo que los ecólogos llaman la “capacidad de carga del medio”, de forma que la vegetación no soportaría tanto herbívoro, que destrozarían el ecosistema, se quedarán sin alimento y, finalmente, llegaría “el fin del parque. Y todo ello sin contar con los problemas sanitarios que generaría una superpoblación”.
Para buscar alternativas, “y aunque es complicado simplificar” dijo Cassinello, estaría la posibilidad de restaurar la cadena trófica natural, en la que el hombre no interviniera, con la introducción de depredadores, una vía que, a su juicio, es “más discutible que el cazar”.
“La más lógica sería que el hombre cace, aunque nunca lo hará como un depredador que suele atacar a las crías y a los animales enfermos porque lo único que busca es cazar de la forma más fácil posible. Por eso, hay que concienciar a los cazadores de que cacen de la forma más parecida a un depredador, es decir, que no se busque siempre la pieza por el trofeo y que se cace también hembras”.
Para el científico, los cazadores no deben intentar cazar siempre los machos con grandes cornamentas que son los que llevan la carga genética más valiosa y, si se cazan antes de que acabe su etapa reproductora, se está privando a esa población de conservar el vigor genético “y, por tanto, no sólo de ser más saludable sino que tendrán peores cuernas en el generaciones posteriores, lo que también perjudicaría a los cazadores, que tampoco los tendrían en el futuro”.
Necesidad de ceder
Por este motivo, agregó en una entrevista concedida a Lanza que, “si no ceden algo los dos, no sólo es que no se pondrán de acuerdo, es que no saldrá ganando Cabañeros. Para que el parque sea estable, es necesaria la intervención humana que pasa por la gestión de la población, que significa cazar”.
Respecto a la posibilidad de que fuera la administración quien se encargara de esa caza de animales, recordó que eso le costaría dinero al erario público y, por tanto, al final lo acabarían pagando los ciudadanos.
“¿No sería mejor que se cace con cabeza y que se permita cazar a quienes quieren hacerlo? ¿No sería mejor buscar un término medio?” cuestionó Jorge Cassinello, quien insistió que, cobre la caza en los parques nacionales en general, “depende del parque, de la situación de los animales en el mismo y de si es necesario gestionar la población”.
Asimismo, aprovechó para indicar que “los ecologistas deben meter en su ecuación a la hora de analizar los problemas, la gente del mundo rural cuya economía está vinculada al mundo de la caza, “porque la caza no es sólo ese capricho de gente con dinero que le ha dado una mala imagen. Al verdadero cazador le gusta la naturaleza y disfrutar del lance cinegético. Y esa es la verdadera caza que hay que potenciar y vender”.
Control de especies
Por otra parte, y cuestionado por las especies que ahora mismo podrían resultar más “problemáticas” si no se controlan, en lo que se refiere a los ungulados, el director del IREC citó los ciervos y los jabalíes.
En este sentido, uno de los aspectos que está influyendo es el cambio en los cultivos que se está propiciando desde Europa para potenciar la intensiva frente a la extensiva.
Dijo que “probablemente la primera es más eficaz, pero eso conlleva el abandono de cultivos y el aumento de pastos naturales, matorrales y bosques y, de hecho, hay más de estos últimos en España, lo que conlleva el aumento de poblaciones de ciervos -entre otros ungulados- que, a su vez, al no tener alimento, se dirigen a los cultivos”.
Jabalíes
Respecto jabalí, afirmó que “está totalmente descontrolado” porque es un animal omnívoro y es muy difícil controlar su población por varios motivos: está perfectamente adaptado al medio transformado por el hombre y no tiene depredadores porque, aunque se caza, tiene una capacidad reproductiva que lo impide.
“Si eso añadimos que este animal es un reservorio de tuberculosis, que se está empezando a cruzar con cerdos. De hecho, en Andalucía ya hay “cerdalíes”, un tipo de jabalíes cruzados, con menos pelo y alguna característica diferente, pero con mayor capacidad de reproducción de forma que se podrían convertir en plaga y ya están entrando, por ejemplo, en ciudades con lo que eso conlleva de accidentes, salud... Es un tema complicado”, manifestó el director del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) en Ciudad Real.
Tras señalar que el caso de Cabañeros es excepcional porque incluye en su extensión cotos privados, el director del IREC, que indicó que sobre este tema no se les ha consultado desde la administración, justificó esta afirmación explicando que “hay una realidad muy clara y es que, aunque se dice que cazar es malo, no es cierto. Si no intervienes en el tamaño de las poblaciones de ciertos animales en absoluto, y partes de una situación de la naturaleza alterada ya por el hombre, quizás causes más daños que si intervienes”.
Sin depredadores
En este sentido, indicó que si no hay depredadores naturales, y en Cabañeros no los hay, la población de grandes animales como los ciervos crecerá hasta superar lo que los ecólogos llaman la “capacidad de carga del medio”, de forma que la vegetación no soportaría tanto herbívoro, que destrozarían el ecosistema, se quedarán sin alimento y, finalmente, llegaría “el fin del parque. Y todo ello sin contar con los problemas sanitarios que generaría una superpoblación”.
Para buscar alternativas, “y aunque es complicado simplificar” dijo Cassinello, estaría la posibilidad de restaurar la cadena trófica natural, en la que el hombre no interviniera, con la introducción de depredadores, una vía que, a su juicio, es “más discutible que el cazar”.
“La más lógica sería que el hombre cace, aunque nunca lo hará como un depredador que suele atacar a las crías y a los animales enfermos porque lo único que busca es cazar de la forma más fácil posible. Por eso, hay que concienciar a los cazadores de que cacen de la forma más parecida a un depredador, es decir, que no se busque siempre la pieza por el trofeo y que se cace también hembras”.
Para el científico, los cazadores no deben intentar cazar siempre los machos con grandes cornamentas que son los que llevan la carga genética más valiosa y, si se cazan antes de que acabe su etapa reproductora, se está privando a esa población de conservar el vigor genético “y, por tanto, no sólo de ser más saludable sino que tendrán peores cuernas en el generaciones posteriores, lo que también perjudicaría a los cazadores, que tampoco los tendrían en el futuro”.
Necesidad de ceder
Por este motivo, agregó en una entrevista concedida a Lanza que, “si no ceden algo los dos, no sólo es que no se pondrán de acuerdo, es que no saldrá ganando Cabañeros. Para que el parque sea estable, es necesaria la intervención humana que pasa por la gestión de la población, que significa cazar”.
Respecto a la posibilidad de que fuera la administración quien se encargara de esa caza de animales, recordó que eso le costaría dinero al erario público y, por tanto, al final lo acabarían pagando los ciudadanos.
“¿No sería mejor que se cace con cabeza y que se permita cazar a quienes quieren hacerlo? ¿No sería mejor buscar un término medio?” cuestionó Jorge Cassinello, quien insistió que, cobre la caza en los parques nacionales en general, “depende del parque, de la situación de los animales en el mismo y de si es necesario gestionar la población”.
Asimismo, aprovechó para indicar que “los ecologistas deben meter en su ecuación a la hora de analizar los problemas, la gente del mundo rural cuya economía está vinculada al mundo de la caza, “porque la caza no es sólo ese capricho de gente con dinero que le ha dado una mala imagen. Al verdadero cazador le gusta la naturaleza y disfrutar del lance cinegético. Y esa es la verdadera caza que hay que potenciar y vender”.
Control de especies
Por otra parte, y cuestionado por las especies que ahora mismo podrían resultar más “problemáticas” si no se controlan, en lo que se refiere a los ungulados, el director del IREC citó los ciervos y los jabalíes.
En este sentido, uno de los aspectos que está influyendo es el cambio en los cultivos que se está propiciando desde Europa para potenciar la intensiva frente a la extensiva.
Dijo que “probablemente la primera es más eficaz, pero eso conlleva el abandono de cultivos y el aumento de pastos naturales, matorrales y bosques y, de hecho, hay más de estos últimos en España, lo que conlleva el aumento de poblaciones de ciervos -entre otros ungulados- que, a su vez, al no tener alimento, se dirigen a los cultivos”.
Jabalíes
Respecto jabalí, afirmó que “está totalmente descontrolado” porque es un animal omnívoro y es muy difícil controlar su población por varios motivos: está perfectamente adaptado al medio transformado por el hombre y no tiene depredadores porque, aunque se caza, tiene una capacidad reproductiva que lo impide.
“Si eso añadimos que este animal es un reservorio de tuberculosis, que se está empezando a cruzar con cerdos. De hecho, en Andalucía ya hay “cerdalíes”, un tipo de jabalíes cruzados, con menos pelo y alguna característica diferente, pero con mayor capacidad de reproducción de forma que se podrían convertir en plaga y ya están entrando, por ejemplo, en ciudades con lo que eso conlleva de accidentes, salud... Es un tema complicado”, manifestó el director del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) en Ciudad Real.