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lunes, 17 de diciembre de 2012

LA CAZA ES CAZA Y NO UN DEPORTE

La Caza es Caza y no un deporte

Víctor Rafael Mascarell Mascarell
Presidente de ADECACOVA. Valencia, Enero 2010


En la Editorial de TROFEO del mes de Enero del 2010 su Director D. José Ignacio Ñudi escribe “La caza no es un deporte”; al leerla, me he alegrado de que una personalidad dentro del mundo de la caza como D. Ignacio y en la Editorial de esta prestigiosa Revista, haya expresado tan contundentemente lo que yo llevo diciendo, defendiendo, luchando y pidiendo a todos los amantes de la Caza desde hace muchos años. Sabía que el Sr. Ñudi compartía conmigo los mismos criterios en referencia a la Caza y al Deporte, pero nunca los había visto escritos con su pluma diestra como ahora. Les doy mi sincera enhorabuena.

Recuerdo hace algunos años, hacia el año 1999, cuando desempeñaba el cargo de Presidente de la Sociedad Local de Caza de Villalonga, me dirigí a Su Majestad el Rey de España pidiéndole ayuda al respecto, el cual trasladó dicha petición a la Administración competente de mi CCAA, ésta nos respondió afirmando que la caza no puede ser contemplada prioritariamente como un deporte y que en la futura ley de caza así se contemplaría. Cuatro años después, en el año 2004, en la aprobación de la actual Ley de Caza hicieron todo lo contrario. El Señor Tomás Puchol, Diputado del Grupo Parlamentario Popular en las Cortes Valencianas, afirmaba: “Evidentemente, existen matices dentro de lo que es la caza, pero la caza practicada tal y como se define en este proyecto de ley no deja lugar a dudas, es un deporte”. O lo que dijo en el Pleno de las Cortes: “que la ley tiene el soporte de la Federación de Caza” “y esta ley le parece estupenda”. ¿Cómo no le iba a parecer estupenda, si la Federación de Caza es una federación deportiva?

Siempre he defendido que la Caza no es un Deporte y he luchado por los Derechos de la Caza y su propia identidad. Ahora son muchos los que lo hacen y cada día son más. No por que considere o piense que debe de ser así, sino porque legalmente lo es, ya que la Constitución Española y el Estatuto de Autonomía indican que son dos cosas diferentes: la Caza y el Deporte. No voy a ser yo quien incumpla dicho mandato y legalidad afirmando que la caza es un deporte. Además sería ser un mentecato el no saber que la Real Academia de la Lengua afirma que el deporte es la actividad física, ejercida como juego o competición, cuya práctica supone entrenamiento y sujeción a normas, mientras que la Caza no es ni un juego ni una competición.

Estoy convencido que la influencia de la Federación de Caza, que en la realidad y la legalidad es una federación deportiva, ha quitado identidad a la Caza y a los Cazadores, y si la Federación hubiera utilizado su fuerza y al colectivo de Cazadores para exigir los Derechos de la Caza, tal vez la caza y los cazadores no estarían en la situación que están en la actualidad. Pondré unos ejemplos para ilustrar la usurpación o pérdida de identidad: la Ley de Caza de la Comunidad Valenciana trata a los cotos como cotos deportivos, y a las modalidades de caza como modalidades deportivas (como por ejemplo la espera del jabalí); o por ejemplo la reciente Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, que nuestra Asociación de Entidades de Caza de la Comunidad Valenciana le ha ganado a la Consellería, donde la propia Administración afirma, o mejor dicho pretendía, que a las Sociedades de Cazadores se las considerara Clubes y federadas (entidades deportivas), para darles o adjudicarles las zonas de caza controlada; o el ejemplo más escandaloso de todos, que a los representantes de la Caza los designe para el Consejo Estatal para Patrimonio Natural y la Biodiversidad el Consejo Superior de Deportes. Estos son ejemplos que nos demuestran que poco a poco van quitando identidad a la Caza y a los cazadores.

jueves, 6 de diciembre de 2012

CARTA A LA REVISTA TROFEO

José I. Ñudi

La victoria de Rubén Fernández en el último Campeonato de España de Caza Menor con Perro pone fin a la etapa más negra de la historia de esta competición federativa considerada la “prueba reina” de la Federación Española de Caza. Me alegro por él porque es un magnífico cazador y una excelente persona, respetado y querido.

Sin embargo, soy uno de los muchos que no consideran la caza como un deporte. Ni siquiera suscribo esa frase, “más que un deporte”, que se han inventado la Federación y sus directivos en un intento por dignificarla sin renunciar a la palabra mágica, “deporte”, que le da el amparo del Consejo Superior de Deportes y por tanto una rentable bendición estatal.

Para mucha gente, la caza no es “más que un deporte”, sino muchas otras cosas menos un deporte. La caza, como los nombres sublimes, como el amor o la amistad, no tienen sustitutos ni sinónimos. La caza es… la caza, y a los cazadores no nos hacen falta otros adornos semánticos para saber de qué estamos hablando, aunque nos sea imposible definirla.

Dicho esto, me alegro que por fin llegue la calma a esta “prueba deportiva” tan veterana. Y no porque dignifique la caza o le aporte algún aspecto positivo, que no lo hace, sino porque por fin esta “carrera contrarreloj” ha dejado de ser, por sus múltiples y continuados escándalos, la peor publicidad para la caza, cuando tendría que ser todo lo contrario.

De todas formas, no nos engañemos ni seamos hipócritas, qué difícil resulta a veces desligar la caza de la competición más descarnada. Son muchos los cazadores que convierten cada día de caza en una insoportable prueba al estilo de los campeonatos de caza: a ver quién mata más, quién consigue el trofeo más grande, quién tira mejor…
La caza se mancilla y se pervierte cuando se convierte en coartada competitiva, en un instrumento para ser más que otro cazador con lo que tiene de cuantificable: el número de piezas abatidas, la cuerna más grande, los cartuchos disparados…
Por el contrario la caza se dignifica cuando buscamos sus valores más intangibles y esenciales, los que de verdad la definen: el respeto a la pieza y al compañero, la compenetración con el perro, la contemplación de un paisaje, partir con el campo, participar en el éxito de la cuadrilla…
Los campeonatos de caza, por mucho que se maquillen o se dulcifiquen, están pervertidos en su esencia porque al final la gloria es para quien mata más o lo hace en el menor tiempo posible, y la caza es otra cosa muy distinta y en ningún caso una competición deportiva.

FUENTE; REVISTA TROFEO