Las repoblaciones han roto la riqueza genética adaptativa, biodiversidad de verdad y de siglos
Luis Felipe Gutiérrez (Asociación para la Conservación de la Naturaleza y la Caza)
Que la perdiz roja es la reina de la caza menor, nadie lo duda, que cada vez hay menos, tampoco. ¿Pero por qué cada vez son más escasas? ¿Por qué están en peligro de extinción? ¿Hay posibilidad de recuperarlas?
Antes, el campo estaba habitado: pastores y cabreros realizaban un control de depredadores constante; fincas sembradas y limpias de monte; abundancia de conejos y pocos cazadores que se dedicaban a cazar las perdices con escopeta. Sin embargo, se cazaba la perdiz al aguardo, con cepos de tabla, en los aguaderos, a rececho. Y en esto llegó el DDT y otros venenos, nubes de invertebrados morían tras las fumigaciones, el resultado fue una disminución de los individuos año tras año. La Administración cayó en la cuenta de que el campo se estaba envenenando a manta y prohibió su uso.
Y luego, llegó la PAC, los campos, antes adornados con mieses, se convirtieron en terrenos de pastos. El medio rural sufrió un abandono masivo y el monte proliferó, escaso control de depredadores. Con el denso monte continuó el declive ya que las perdices necesitan espacios abiertos pra ver a sus enemigos, siembras para proteger a sus pollos. Aquellos bandos numerosos fueron menguando. Las bravas patirrojas disminuyeron más y más.
Y llegaron las granjas de perdices ¡Qué maravilla¡ ¡Qué animales tan magníficos¡ Iguales que las del campo. Sí, en apariencia parecen perdices rojas, vuelan y todo; pero les falta el instinto para buscar alimento y zafarse de los depredadores, la astucia para defender a sus pollos. Las repoblaciones son la puntilla para el declive de la perdiz. Al cruzarse las del campo se bastardean y pierden sus cualidades, las peculiaridades que las hacen ser autóctonas, adaptadas al lugar donde nacen, capaces de sobrevivir y reproducirse en el hábitat donde han sufrido milenios de evolución. Los mercaderes de gallinas explican a sus incautos clientes que refuerzan sus fincas con perdices de granja, que son puras, que llevan guía y todo.
Las repoblaciones han roto la riqueza genética adaptativa, biodiversidad de verdad, herencia de siglos. Nos estamos cargando la perdiz salvaje, acaso de forma irreversible. Y hay más culpables: los cazadores, que no dejamos las suficientes para que críen: la madre. Se abaten más de la cuenta y se hieren otras que luego perecen.
XSOLUCIONESx ¿hay algunas para recuperar este asombroso animal? Ciñéndonos a Extremadura quedan, aunque escasos, lugares donde sobreviven perdices rojas, cotos donde se miman y cazan ordenadamente. Santuarios cada vez más amenazados. Tenemos que cumplir las leyes: la del Patrimonio Natural dice que "las Administraciones Públicas competentes velarán por que las repoblaciones con especies cinegéticas no supongan una amenaza para la conservación de las poblaciones naturales en términos genéticos o poblacionales".
¿Donde está la utilización sostenible de los recursos naturales renovables, en este caso la perdiz roja? Una acción eficaz sería prohibir la repoblación de perdices de granja en las ZEPAS extremeñas, con ello conseguiríamos un reservorio genético de una extensión considerable. Sembrar y sembrar: cereal de ciclo largo, trigo o veza, que se cosecha cuando la mayoría de las perdices han sacado adelante sus pollos y pueden volar. Ni herbicidas, ni pesticidas que envenena el campo y producen efectos letales en todas las especies.
Cazar ordenadamente: dejar perdices en el campo para asegurar el éxito reproductor. Control de depredadores: al menos en la época reproductora. Agua: la perdiz es tributaria del agua, limpiar fuentes y manantiales para que la perdiz no tenga que desplazarse en su busca. Con estas pequeñas acciones, os aseguro que podemos detener y acaso ¿quien sabe? Olvidar el declive de las perdices salvajes.
Fuente: elPeriódicodeExtremadura